Es deseable que el arte se convierta en el lugar por excelencia de un enunciado, de una revelación. El tiempo del artista, es el que elige, pero también hay otro, el de los ritmos naturales. Cuando Dons más allá del enunciado plástico, trasmite, su fuente inagotable de inspiración, la realidad física, los acontecimientos, los fenómenos… produce la magia de develar.